La fiesta de cumpleaños que terminó en disparos en Songdo

Una celebración fatal

El 20 de julio, lo que debía ser una imagen de alegría se convirtió en pesadilla cuando un hombre de 62 años abrió fuego contra su hijo de 34 durante la fiesta de cumpleaños que éste había organizado para él en un piso alto de Songdo, Incheon. El estruendo de los disparos sorprendió a vecinos y familiares y la calma del barrio se rompió con la llegada de la policía y los bomberos. En el apartamento se hallaron al menos dos armas caseras, relojes temporizadores programados para detonar al día siguiente y quince contenedores con líquidos inflamables. ¡Increíble cómo una velada familiar se volvió tan macabra!

Un pasado oscuro sale a la luz

En julio se reveló que el presunto agresor acumulaba antecedentes graves: en 1998 cerró la puerta de su antiguo videoclub, sacó esposas y un cuchillo para agredir a una clienta que veía una película sola, dejándola con lesiones que requirieron semanas de tratamiento. En segunda instancia recibió una condena suspendida de dos años y medio, además de una multa por contratar y permitir la entrada de adolescentes como empleados del local. Nadie imaginó que aquel episodio permanecería dormido hasta reaparecer tras este horror.

Voces de blogs y foros

Las reacciones en blogs de Naver y Tistory no se hicieron esperar. En varios hilos se debatió si un autor con antecedentes de violencia debería haber tenido acceso a materiales peligrosos y por qué no se vigiló su entorno. Algunos lectores especularon sobre su nacionalidad, preguntándose si era ciudadano chino naturalizado o coreano, reflejo de la desconfianza hacia la información oficial. En Tistory se comparó el caso con tiroteos masivos en el extranjero y se cuestionó la eficacia del sistema judicial y de salud mental. ¿Cómo pudo fracasar la protección de víctimas y vecinos?

Reflexiones culturales

El uso de armas de fuego es casi inimaginable en Corea del Sur, donde la tasa de homicidios con arma de fuego es una de las más bajas del mundo. Este suceso plantea preguntas sobre la prevención de la violencia doméstica y el estigma que rodea la salud mental y los delitos sexuales previos. Muchos apuntan que, con supervisión comunitaria y programas de rehabilitación, se podrían haber detectado señales de alarma. Al final, esta tragedia invita a reflexionar sobre la fragilidad de los lazos familiares y la urgencia de fortalecer redes de apoyo antes de que el pasado retorne con violencia.