Netanyahu pierde apoyo mientras Israel bombardea Líbano y Siria: Crisis de coalición en plena escalada militar

¿Sabían ustedes que Netanyahu está usando la guerra para sobrevivir políticamente?
El 15 de julio de 2025 marcó un momento crucial en la política israelí cuando el Primer Ministro Benjamin Netanyahu se enfrentó simultáneamente a dos crisis devastadoras: la retirada del partido Judaísmo Unido de la Torá (UTJ) de su coalición gubernamental y el lanzamiento de intensos bombardeos contra Líbano y Siria. Esta coincidencia temporal no pasó desapercibida para los analistas políticos israelíes e internacionales.
La crisis comenzó cuando el UTJ, uno de los socios más estables de Netanyahu, anunció oficialmente su salida de la coalición debido a desacuerdos sobre el servicio militar obligatorio para los hombres ultraortodoxos. Este movimiento redujo la mayoría parlamentaria de Netanyahu a solo 61 escaños de los 120 en el Knesset, la cifra mínima necesaria para gobernar. La situación se volvió aún más precaria cuando se consideró que el partido hermano Shas, con 11 escaños, también podría seguir el mismo camino.
Coincidencialmente, el mismo día que perdía este apoyo crucial, Netanyahu ordenó una serie de ataques aéreos masivos contra objetivos en Líbano y Siria. Los bombardeos en el valle de Bekaa en Líbano oriental resultaron en la muerte de al menos 12 personas, incluidos cinco combatientes de Hezbollah y siete sirios. En Siria, los ataques se dirigieron contra fuerzas gubernamentales en la provincia de Suwayda, bajo el pretexto de proteger a la minoría drusa.
El New York Times había reportado previamente que Netanyahu había estado prolongando la guerra en Gaza para mantener su poder político mientras enfrentaba cargos por corrupción. Esta nueva escalada militar en múltiples frentes parece seguir el mismo patrón: usar operaciones militares para desviar la atención de sus problemas políticos internos y consolidar el apoyo nacionalista.
El día que el poder de Netanyahu se tambaleó: La retirada ultraortodoxa

La salida del Judaísmo Unido de la Torá representó mucho más que una simple crisis de coalición; simbolizó la ruptura de una de las alianzas más duraderas en la política israelí. El UTJ, compuesto por dos facciones principales - Agudat Yisrael y Degel HaTorah - había sido un pilar fundamental en múltiples gobiernos de Netanyahu a lo largo de los años.
La crisis se desencadenó por el polémico proyecto de ley que formalizaría las exenciones del servicio militar para los hombres ultraortodoxos. Tradicionalmente, estos jóvenes se dedican al estudio de textos religiosos judíos en lugar de servir en las fuerzas armadas, una práctica que ha generado resentimiento entre la población secular israelí que debe cumplir con el servicio militar obligatorio.
Según fuentes parlamentarias, la versión del proyecto de ley presentada al UTJ incluía disposiciones inaceptables como el seguimiento de huellas dactilares para verificar la asistencia a las yeshivas y la postergación de exenciones solo después del proceso de reclutamiento militar. El líder espiritual de Degel HaTorah, Rabino Dov Lando, escribió en una carta que ordenaba la retirada: La participación en el gobierno y la coalición debe terminarse inmediatamente.
La retirada del UTJ no solo afectó numéricamente a Netanyahu, sino que también envió una señal clara a otros socios potenciales sobre la inestabilidad de su liderazgo. Los analistas políticos israelíes señalaron que esta crisis podría ser el comienzo del fin para Netanyahu, quien ya enfrentaba protestas masivas y cargos por corrupción. La pérdida de estos siete escaños dejó al primer ministro en una posición extremadamente vulnerable, dependiente de cada voto para mantener su gobierno funcionando.
Lluvia de fuego sobre el Líbano: Hezbollah bajo ataque intensivo
Los bombardeos israelíes contra el Líbano el 15 de julio de 2025 representaron la escalada más mortífera desde el alto el fuego mediado por Estados Unidos en noviembre de 2024. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dirigieron sus ataques específicamente contra instalaciones de entrenamiento de la unidad de élite Radwan de Hezbollah en el valle de Bekaa, una región tradicionalmente considerada bastión del grupo respaldado por Irán.
El Ministro de Defensa israelí, Israel Katz, describió los ataques como un mensaje claro tanto a Hezbollah como al gobierno libanés, enfatizando que Israel respondería con toda su fuerza contra cualquier intento de reconstruir las capacidades militares del grupo. Los ataques se centraron en campos de entrenamiento donde los combatientes de Hezbollah se preparaban para posibles ataques contra territorio israelí.
Las víctimas incluyeron no solo a combatientes de Hezbollah, sino también a civiles sirios en campos de refugiados, lo que añadió una dimensión humanitaria compleja al conflicto. La agencia de noticias libanesa NNA reportó que entre los fallecidos se encontraban siete nacionales sirios, highlighting the broader regional implications of Israel's military actions.
Hezbollah condenó los ataques como una escalada significativa y pidió al gobierno libanés que tomara medidas decisivas para asegurar el cumplimiento del alto el fuego. La organización había estado bajo creciente presión tanto de Estados Unidos como de Israel para desarmarse, una condición fundamental del frágil acuerdo de alto el fuego establecido en noviembre tras la guerra más devastadora del Líbano en décadas.
Los observadores internacionales notaron que Israel había mantenido fuerzas en cinco ubicaciones estratégicas en el sur del Líbano desde el alto el fuego, a pesar de los acuerdos que pedían la retirada. Esta presencia continuada había sido una fuente de tensión constante y proporcionaba justificación para las afirmaciones israelíes de que estaba defendiéndose contra los intentos de Hezbollah de reconstruir su infraestructura militar cerca de la frontera.
Siria en la mira: La comunidad drusa como justificación para la intervención
La intensificación de las operaciones militares israelíes se extendió a Siria, donde los ataques se centraron en la provincia sureña de Suwayda, hogar de la minoría drusa del país. Los bombardeos israelíes contra las fuerzas gubernamentales sirias marcaron una escalada significativa en la participación de Israel en los asuntos sirios desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024.
La violencia en Suwayda había estallado el 13 de julio de 2025 tras un incidente de robo en la carretera Damasco-Suwayda, donde un comerciante druso fue asaltado por miembros de tribus beduinas. Este incidente desencadenó una serie de secuestros de represalia entre los dos bandos, que rápidamente escalaron a enfrentamientos armados abiertos que resultaron en más de 100 muertes.
Netanyahu y el Ministro de Defensa Katz emitieron una declaración conjunta confirmando los ataques contra Suwayda, enmarcándolos como medidas necesarias para proteger a la comunidad drusa y asegurar la desmilitarización de las áreas a lo largo de la frontera con Israel. Esta narrativa de protección drusa proporcionó a Israel una justificación humanitaria para lo que los críticos describen como expansión territorial y posicionamiento estratégico.
El Ministerio de Relaciones Exteriores sirio condenó fuertemente los ataques israelíes, declarando que el gobierno protege a todas las minorías, incluidos los drusos, sin excepción. Los funcionarios sirios enfatizaron que Israel debe asumir la responsabilidad total por los ataques y sus consecuencias, rechazando las afirmaciones israelíes sobre amenazas a la comunidad drusa.
Los expertos señalaron que Israel había estado expandiendo sistemáticamente su presencia militar en Siria y ampliando su zona de amortiguamiento desde la caída de Assad. La narrativa de protección drusa había proporcionado a Israel una justificación humanitaria para lo que los críticos describen como expansión territorial y posicionamiento estratégico contra potenciales amenazas futuras.
Gaza: El sufrimiento interminable en medio de la escalada regional
Mientras la atención internacional se centraba en los dramáticos desarrollos en Líbano y Siria, Gaza continuó soportando devastadores ataques aéreos israelíes que cobraron al menos 23 vidas el 15 de julio de 2025. El número de muertos palestinos por el conflicto, que comenzó en octubre de 2023, había alcanzado los 58,386, con 139,077 heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Los continuos bombardeos de Gaza habían ocurrido a pesar de los repetidos llamados internacionales para un alto el fuego humanitario y las crecientes preocupaciones sobre la crisis humanitaria del territorio. Los 2.3 millones de residentes de Gaza habían estado bajo asedio durante meses, con acceso severamente restringido a alimentos, medicinas y necesidades básicas.
Las recientes operaciones militares israelíes en Gaza se habían caracterizado por su intensidad y alcance, con ataques dirigidos a áreas residenciales, campos de refugiados e infraestructura. La reanudación de bombardeos intensivos en marzo de 2025, tras un breve período de alto el fuego, resultó en cientos de víctimas y marcó una escalada significativa en la duración e intensidad del conflicto.
Las organizaciones de derechos humanos habían documentado numerosas violaciones del derecho internacional en Gaza, incluyendo ataques a civiles, instalaciones médicas e instalaciones de la ONU. Las operaciones militares continuadas habían creado lo que muchos observadores describían como una catástrofe humanitaria, con desplazamiento generalizado, destrucción de infraestructura y escasez severa de necesidades básicas.
El momento de las operaciones continuadas en Gaza junto con los nuevos ataques en Líbano y Siria planteaba preguntas sobre los objetivos estratégicos de Israel y la sostenibilidad de su enfoque militar multifrontal.
La respuesta internacional: Un mundo dividido ante la escalada
La respuesta de la comunidad internacional a la última escalada militar de Israel fue mixta, reflejando las complejas dinámicas geopolíticas que rodean el conflicto. Mientras algunas naciones condenaron los ataques como violaciones de la soberanía y el derecho internacional, otras expresaron comprensión por las preocupaciones de seguridad de Israel.
Estados Unidos, el principal aliado de Israel, mantuvo su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa mientras pedía desescalada y protección de civiles. Sin embargo, las crecientes críticas dentro del Congreso estadounidense y entre socios internacionales habían puesto presión sobre la administración Biden para tomar un papel más activo en limitar las acciones militares israelíes.
Los funcionarios de la Unión Europea expresaron preocupación por la expansión de las operaciones militares y pidieron un alto el fuego inmediato en todos los frentes. La UE criticó particularmente las acciones de Israel en Siria, argumentando que la intervención militar en el período de transición post-Assad socava la estabilidad regional y viola la soberanía siria.
Las potencias regionales respondieron con alarma a la escalada multifrontal de Israel. Las naciones de la Liga Árabe condenaron los ataques y pidieron intervención internacional para prevenir una mayor escalada. Irán, a través de sus redes de proxies, amenazó con represalias por los ataques a sus aliados, aumentando los temores de un conflicto regional más amplio.
Las Naciones Unidas habían pedido repetidamente desescalada y advertido sobre las consecuencias humanitarias de las operaciones militares continuadas. Los funcionarios de la ONU expresaron particular preocupación por el impacto en las poblaciones civiles en Gaza, Líbano y Siria, enfatizando la necesidad de acceso humanitario inmediato y protección de no combatientes.
El futuro incierto: ¿Sobrevivirá Netanyahu a esta crisis múltiple?
La estrategia de Netanyahu de mantener presión en múltiples frentes mientras enfrentaba crisis política interna creaba una inestabilidad peligrosa que podría llevar a miscálculos que desencadenen un conflicto regional más amplio. La combinación de operaciones militares externas y debilidad política interna había creado una situación donde el primer ministro israelí dependía cada vez más de mantener un estado de conflicto constante para justificar su permanencia en el poder.
Los expertos advertían que la estrategia de Israel de mantener presión en múltiples frentes mientras enfrentaba crisis política interna creaba inestabilidad peligrosa. La combinación de operaciones militares externas y debilidad política interna podría llevar a miscálculos que desencadenen un conflicto regional más amplio.
El costo humanitario de la estrategia multifrontal de Israel continuaba aumentando, con víctimas civiles reportadas en todos los teatros de operación. Las organizaciones humanitarias internacionales habían expresado alarma por la escala del sufrimiento civil y la aparente falta de voluntad política para buscar soluciones diplomáticas.
La sostenibilidad del enfoque de Netanyahu dependía de su capacidad para manejar tanto compromisos militares externos como desafíos políticos internos. La estrecha mayoría parlamentaria y los problemas legales en curso sugerían que su estrategia de supervivencia política a través de la acción militar podría haber alcanzado sus límites.
Las próximas semanas serían cruciales para determinar si Netanyahu podría mantener su coalición mientras manejaba múltiples frentes militares. Lo que estaba en juego se extendía más allá de la política doméstica israelí para abarcar la estabilidad regional y las perspectivas de paz en el Medio Oriente. El mundo observaba mientras los cálculos políticos y las estrategias militares se intersectaban de maneras que podrían determinar el futuro de la región.
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