Japón rompe 3 años de silencio: Ejecutan al 'Asesino de Twitter' que conmocionó al país con 9 brutales asesinatos

Jun 29, 2025
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Japón rompe 3 años de silencio: Ejecutan al 'Asesino de Twitter' que conmocionó al país con 9 brutales asesinatos

El regreso de la pena de muerte en Japón tras tres años de pausa

El 27 de junio de 2025, a las 9:27 de la mañana, Japón llevó a cabo su primera ejecución en casi tres años, poniendo fin a una prolongada pausa en la aplicación de la pena capital que había generado debates a nivel nacional. Takahiro Shiraishi, infamemente conocido como el 'Asesino de Twitter', fue ejecutado por ahorcamiento en el Centro de Detención de Tokio, marcando un momento significativo en el sistema de justicia penal japonés.

El asesino en serie de 34 años había estado en el corredor de la muerte desde su condena en diciembre de 2020 por los brutales asesinatos de nueve personas en 2017. Su ejecución representa el primer uso de la pena capital bajo la administración del primer ministro Shigeru Ishiba, quien asumió el cargo en octubre de 2024. El ministro de Justicia Keisuke Suzuki, quien autorizó la ejecución, declaró que la decisión llegó después de una 'consideración cuidadosa y deliberada' de la naturaleza extrema del caso y su profundo impacto en la sociedad japonesa.

La pausa de tres años en las ejecuciones se atribuyó en gran medida a la destitución del ex ministro de Justicia Yasuhiro Hanashi en 2022, quien hizo comentarios inapropiados sobre la pena de muerte, calificando el puesto ministerial como 'discreto' y señalando que solo se vuelve noticia cuando 'estampa un sello en los documentos de ejecución'. Esta controversia había congelado efectivamente el proceso de ejecución de Japón hasta ahora.

Los crímenes horríficos que conmocionaron a una nación

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Entre agosto y octubre de 2017, Shiraishi orquestó una de las series de asesinatos más perturbadoras de la historia moderna de Japón. Utilizando la plataforma de redes sociales Twitter (ahora X), se dirigió a individuos vulnerables que habían expresado pensamientos suicidas en línea. Operando bajo un nombre de usuario que se traducía vagamente como 'verdugo', Shiraishi se presentó como alguien que podía ayudar a las personas a terminar con sus vidas sin dolor.

Sus víctimas tenían entre 15 y 26 años, incluyendo ocho mujeres y un hombre. Entre ellas había tres estudiantes de secundaria, lo que hizo que el caso fuera particularmente impactante para el público japonés. Shiraishi invitaba a estos individuos a su pequeño apartamento en Zama, prefectura de Kanagawa, cerca de Tokio, bajo el pretexto de ayudarlos con sus intenciones suicidas. Sin embargo, sus verdaderos motivos eran mucho más siniestros.

Al llegar, Shiraishi agredía sexualmente a las víctimas femeninas antes de estrangularlas hasta la muerte. Luego desmembraba sus cuerpos y almacenaba los restos en cajas refrigeradoras y contenedores de almacenamiento por todo su apartamento. La única víctima masculina fue asesinada porque había venido buscando a una de las víctimas femeninas que había desaparecido. Los vecinos posteriormente reportaron detectar olores fétidos emanando del apartamento, que inicialmente descartaron como comida podrida.

La investigación y el descubrimiento impactante

El caso se abrió cuando el hermano de una víctima desaparecida lanzó su propia investigación para encontrar a su hermana. Con la ayuda de una mujer conocida solo como 'Yumi', contactaron a Shiraishi y organizaron una reunión falsa, involucrando finalmente a la policía en la operación. Cuando las autoridades llegaron al apartamento de Shiraishi y preguntaron sobre el paradero de la mujer desaparecida, él calmadamente los dirigió a su congelador.

Lo que la policía descubrió dentro del apartamento horrorizó incluso a investigadores experimentados. Tres cajas refrigeradoras y cinco grandes contenedores de almacenamiento contenían restos humanos desmembrados, incluyendo cabezas, brazos y piernas despojadas de carne. La escena macabra reveló el alcance del enfoque metódico de Shiraishi para ocultar sus crímenes. Algunas partes del cuerpo incluso habían sido desechadas en la basura regular, que ya había sido recolectada por los servicios de gestión de residuos.

Durante el interrogatorio, Shiraishi confesó los nueve asesinatos sin mostrar remordimiento. Admitió que sus motivaciones principales eran la gratificación sexual y el beneficio financiero, ya que había robado dinero de sus víctimas. Antes de cometer estos crímenes, Shiraishi supuestamente le había dicho a su padre que su vida no tenía sentido, proporcionando una visión de su estado mental perturbado.

El lado oscuro de las redes sociales y la respuesta pública

El caso destacó el potencial peligroso de las plataformas de redes sociales cuando son explotadas por depredadores. Shiraishi había trabajado como cazatalentos en el distrito de luz roja de Kabukicho en Tokio, donde era conocido por atraer mujeres a la industria del sexo. Los locales habían advertido a otros sobre él, describiéndolo como un 'cazatalentos espeluznante' incluso antes de que comenzara su serie de asesinatos.

El caso del asesino de Twitter provocó cambios significativos en las políticas de redes sociales. Twitter (ahora X) implementó nuevas directrices contra la promoción o el fomento del suicidio y la autolesión. El gobierno japonés también mejoró los servicios de apoyo telefónico y en línea para individuos que contemplan el suicidio, reconociendo la necesidad de mejores recursos de salud mental en un país con una de las tasas de suicidio más altas del mundo.

Las comunidades en línea japonesas expresaron reacciones mixtas a la ejecución. Mientras muchos apoyaron la pena de muerte para crímenes tan atroces, otros cuestionaron la efectividad de la pena capital como elemento disuasorio. El caso reavivó debates sobre la responsabilidad de las redes sociales y la necesidad de un mejor monitoreo de las plataformas para prevenir tragedias similares.

Procedimientos legales y críticas internacionales

El juicio de Shiraishi procedió relativamente rápido según los estándares japoneses. Fue sentenciado a muerte en diciembre de 2020, y aunque su abogado defensor inicialmente presentó una apelación, el propio Shiraishi la retiró, llevando a la finalización de su sentencia en enero de 2021. Esta decisión efectivamente selló su destino, ya que la ley japonesa requiere que las sentencias de muerte se lleven a cabo dentro de seis meses de la finalización, aunque este cronograma rara vez se observa en la práctica.

La ejecución atrajo críticas inmediatas de organizaciones internacionales de derechos humanos. Amnistía Internacional condenó la acción como un 'ataque despiadado al derecho a la vida' y un 'gran retroceso para el historial de derechos humanos de Japón'. La organización señaló la reciente exoneración de Iwao Hakamada, el preso del corredor de la muerte con más tiempo de servicio en el mundo, como evidencia de fallas en el sistema de justicia penal de Japón.

A pesar de la presión internacional, el apoyo doméstico a la pena capital sigue siendo fuerte en Japón. Una encuesta gubernamental de 2024 mostró que más del 80% de los ciudadanos japoneses apoyan el sistema de pena de muerte, calificándolo como 'inevitable'. Esta marcó la quinta encuesta consecutiva donde el apoyo superó el 80%, indicando un respaldo público estable para la pena capital en casos de múltiples asesinatos.

La naturaleza secreta de las ejecuciones japonesas

El proceso de ejecución de Japón está envuelto en extremo secreto, añadiendo a la controversia que rodea la pena capital en el país. Los prisioneros típicamente reciben solo unas pocas horas de aviso antes de su ejecución, y sus familias usualmente son informadas solo después de que el procedimiento se ha completado. Las fechas y detalles de las ejecuciones no se divulgan públicamente hasta después de que ocurren, manteniendo un velo de secreto que los críticos argumentan hace que el castigo sea adicionalmente cruel.

La ejecución de Shiraishi siguió este patrón de secreto. El ministro de Justicia Suzuki reveló que había firmado la orden de ejecución el lunes pero no proporcionó detalles adicionales sobre cuándo fue informado Shiraishi o sus momentos finales. La ejecución se llevó a cabo por ahorcamiento, el método estándar en Japón, en el Centro de Detención de Tokio bajo estrictas medidas de seguridad.

Este enfoque secreto contrasta marcadamente con las prácticas en otros países que mantienen la pena capital, donde las ejecuciones a menudo involucran más transparencia y aviso previo. Los críticos argumentan que este secreto viola los estándares internacionales para el trato humano de los prisioneros y añade tortura psicológica al castigo.

Implicaciones para el futuro de Japón y contexto global

La reanudación de las ejecuciones bajo la administración Ishiba señala el compromiso continuo de Japón con la pena capital a pesar de la creciente oposición internacional. A partir de 2025, 113 países en todo el mundo han abolido completamente la pena de muerte, con más de 144 habiéndola abandonado en ley o práctica. Japón permanece como parte de un grupo cada vez más pequeño de naciones desarrolladas que llevan a cabo ejecuciones activamente.

El caso también plantea preguntas más amplias sobre el apoyo a la salud mental y la regulación de redes sociales en Japón. Con las tasas de suicidio manteniéndose altas a pesar de mejoras recientes, la explotación de individuos vulnerables a través de plataformas sociales representa un desafío continuo. Los servicios de apoyo mejorados del gobierno, implementados después del caso del asesino de Twitter, continúan evolucionando mientras las autoridades luchan con prevenir tragedias similares.

Mirando hacia el futuro, Japón enfrenta presión para reformar su sistema de justicia penal, particularmente con respecto a la pena de muerte. La exoneración de Hakamada Iwao en 2024 expuso fallas serias en el sistema, incluyendo confesiones forzadas y representación legal inadecuada. Sin embargo, el fuerte apoyo doméstico para la pena capital sugiere que cambios significativos son improbables en el corto plazo, dejando a Japón cada vez más aislado entre las naciones desarrolladas en su uso continuo de la pena de muerte.

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