"El auto del presidente Lee Man-hee nunca debe detenerse" - Directriz interna de Shincheonji genera indignación por control ilegal de tráfico

La revelación impactante: Un líder religioso con trato presidencial
¿Sabían ustedes que en Corea del Sur, un líder religioso ha estado viajando con protocolos de seguridad dignos de un presidente? El controvertido líder de Shincheonji, Lee Man-hee, ha sido descubierto operando un sistema de control de tráfico ilegal que haría que incluso los funcionarios gubernamentales sintieran envidia. Según informes exclusivos de JTBC del 15 de julio de 2025, documentos internos revelaron una directriz escalofriante dentro de la organización religiosa: El auto del presidente Lee Man-hee nunca debe detenerse.
Esta revelación impactante ha enviado ondas de indignación a través de la sociedad surcoreana, ya que los ciudadanos comunes descubrieron que han sido inconscientemente inconvenientes por lo que esencialmente equivale a las delirios de grandeza de un líder sectario. El líder de 94 años, quien afirma ser el pastor prometido mencionado en la Biblia, ha estado tratando las carreteras públicas como su autopista personal, completa con sirenas, vehículos de escolta y bloqueos de tráfico ilegales que normalmente estarían reservados para jefes de estado.
La investigación ha descubierto una operación sofisticada que involucra múltiples vehículos, conductores entrenados de varias sucursales regionales y un completo desprecio por las leyes de tráfico. Lo que es particularmente perturbador es cómo esto ha estado sucediendo durante años, justo bajo las narices de las fuerzas del orden y funcionarios gubernamentales, planteando serias preguntas sobre la supervisión y responsabilidad en el sector religioso de Corea del Sur.
La conexión con Filipinas: Donde todo comenzó

La historia del sistema de convoy ilegal de Lee Man-hee se remonta a una experiencia reveladora en Filipinas. Según informantes internos de Shincheonji entrevistados por JTBC, Lee Man-hee había viajado previamente a Filipinas donde experimentó servicios de escolta policial, un servicio legítimo que cualquiera puede comprar en ese país.
Las imágenes de video de ese viaje muestran a Lee Man-hee saludando desde la ventana de su auto con obvia satisfacción mientras los oficiales de policía filipinos proporcionaron servicios de escolta profesionales. Un exfuncionario de Shincheonji explicó que Lee Man-hee estaba extremadamente complacido con este trato, describiendo cómo la procesión se veía impresionante y le daba una sensación de importancia que ansiaba.
Al regresar a Corea del Sur, Lee Man-hee inmediatamente preguntó sobre recibir servicios similares de escolta policial domésticamente. Sin embargo, a diferencia de Filipinas, tales servicios no están disponibles para compra por ciudadanos privados en Corea del Sur: están reservados solo para funcionarios gubernamentales y dignatarios visitantes. Esta restricción no disuadió al ambicioso líder religioso; en cambio, generó un esfuerzo de años para recrear la experiencia a través de medios ilegales.
Cuando las compañías legítimas de convoy privado cotizaron precios que excedían los 5 millones de won (aproximadamente $3,800 USD) para un solo viaje desde su ubicación hasta KINTEX, la organización de Lee Man-hee decidió crear su propia solución: el Departamento de Tráfico Voluntario compuesto enteramente por seguidores devotos.
El Departamento de Tráfico Voluntario: El ejército privado de una secta
Quizás el aspecto más perturbador de toda esta operación es cómo Shincheonji sistemáticamente reclutó y entrenó a sus propios miembros para servir como la fuerza de control de tráfico personal de Lee Man-hee. Según testimonios de exmiembros, cada sucursal regional de Shincheonji fue instruida para identificar miembros con excelentes habilidades de conducción y capacidad de toma de decisiones rápidas para este papel voluntario especial.
Estos miembros seleccionados se sometieron a entrenamiento intensivo para ejecutar lo que llamaban operaciones de convoy. El entrenamiento fue tan exhaustivo que los testimonios de exguardaespaldas describen escenarios donde si el auto de Lee Man-hee necesitaba hacer un giro en U pero se acercaba tráfico en sentido contrario, dos autos del convoy bloquearían la carretera para permitir la maniobra. Este nivel de coordinación requirió práctica y planificación significativas.
La operación involucró 10-15 sedanes negros de lujo equipados con luces de emergencia rojas y azules ilegales, dando la impresión de un convoy gubernamental oficial. Los informantes internos revelaron que los participantes se vestirían con trajes oscuros y gafas de sol, posicionándose estratégicamente para bloquear intersecciones y controlar el flujo de tráfico. El efecto psicológico era intencional: los ciudadanos comunes asumirían que un funcionario gubernamental de alto rango o dignatario extranjero estaba pasando.
Lo que hace esto particularmente atroz es que estos voluntarios eran esencialmente miembros de secta no remunerados que arriesgaban consecuencias legales para cumplir las fantasías grandiosas de su líder. La organización mostró completo desprecio tanto por las leyes de tráfico como por la seguridad de sus propios miembros, tratando las penalidades legales como meros costos operativos en lugar de disuasivos.
Las operaciones ilegales: Rompiendo leyes con impunidad
El alcance de las operaciones de tráfico ilegales de Shincheonji fue impresionante en su audacia. La evidencia en video obtenida por JTBC muestra sedanes negros equipados con luces de emergencia ilegales liderando convoyes de 10-15 vehículos a través de calles urbanas y autopistas. Según la ley de tráfico surcoreana, solo vehículos de emergencia como autos de policía, ambulancias y camiones de bomberos tienen permitido usar sirenas y luces de emergencia.
Los testimonios de exguardaespaldas revelan la extensión de la violación de la ley: Ya sea en autopistas o carreteras regulares, el auto de Lee Man-hee nunca se detiene. Instalamos luces rojas y azules como la policía, entonces la gente pensaría, Oh, debe haber algún VIP pasando. La operación era tan descarada que los participantes usarían equipo de emergencia para separar el tráfico, ignorar semáforos y bloquear intersecciones según fuera necesario.
El costo financiero de estas actividades ilegales era sustancial pero tratado como gastos comerciales rutinarios. Los exparticipantes reportaron que cada operación de convoy típicamente resultaría en multas de aproximadamente 500,000 won (alrededor de $380 USD) por vehículo. En lugar de disuadir el comportamiento, estas penalidades simplemente eran absorbidas por la organización como costos operativos. Solo pagamos las multas, explicó un exmiembro de manera práctica.
La reacción pública ha sido rápida y dura, con muchos ciudadanos expresando indignación al aprender que habían sido inconscientemente incomodados por lo que asumían eran operaciones gubernamentales legítimas. Las plataformas de redes sociales han sido inundadas con críticas, con muchos usuarios exigiendo responsabilidad no solo de Shincheonji sino de las autoridades que fallaron en prevenir estas operaciones durante años.
Reacciones comunitarias: Indignación pública e implicaciones políticas
La revelación de las operaciones de convoy ilegales de Lee Man-hee ha desencadenado un intenso discurso público a través de las comunidades en línea surcoreanas. En plataformas populares como Naver y DC Inside, los usuarios han expresado una mezcla de incredulidad y enojo por la audacia de las operaciones. Muchos comentarios se enfocan en la injusticia fundamental de que un líder sectario reciba mejor trato que los ciudadanos comunes, con algunos usuarios notando sarcásticamente que ni siquiera los ministros del gobierno reciben detalles de seguridad tan elaborados.
Las implicaciones políticas han emergido ya que los partidos de oposición han aprovechado la controversia para cuestionar posibles conexiones gubernamentales. La portavoz del Partido Democrático Lee Na-young emitió una declaración exigiendo una investigación exhaustiva sobre quién podría haber protegido o proporcionado trato especial a Lee Man-hee, cuestionando específicamente si las conexiones previamente reportadas del presidente Yoon Suk-yeol con Shincheonji podrían haber influido en la respuesta de las fuerzas del orden a estas actividades ilegales.
La controversia también ha reavivado discusiones más amplias sobre la libertad religiosa versus la seguridad pública en Corea del Sur. Muchos comentaristas en línea han señalado que mientras la libertad religiosa está constitucionalmente protegida, usar esa libertad para incomodar a ciudadanos comunes y romper leyes de tráfico cruza una línea clara. El hecho de que esto ocurriera durante múltiples años sin intervención ha planteado preguntas sobre la supervisión regulatoria de las organizaciones religiosas.
Los observadores internacionales han notado cómo este incidente refleja problemas más amplios con organizaciones religiosas similares a sectas en Corea del Sur, donde líderes carismáticos a veces pueden operar con supervisión mínima hasta que los escándalos irrumpen en la conciencia pública. La historia de la organización Shincheonji de prácticas controvertidas, incluyendo tácticas de reclutamiento agresivas y ocultación de brotes de COVID-19, ha hecho que esta última revelación sea particularmente dañina para su imagen pública.
Consecuencias legales e implicaciones futuras
La respuesta de las fuerzas del orden al escándalo del convoy de Shincheonji ha sido rápida, con la policía confirmando que cuatro conductores involucrados en las operaciones ilegales han sido acusados y están bajo investigación. La investigación se está expandiendo para determinar quién específicamente ordenó las operaciones de control de tráfico y modificaciones de vehículos, sugiriendo que miembros de la organización de nivel superior pueden enfrentar cargos criminales.
Las ramificaciones legales se extienden más allá de violaciones de tráfico para incluir potencialmente cargos relacionados con hacerse pasar por funcionarios gubernamentales, actividad criminal organizada y poner en peligro la seguridad pública. Los expertos legales han notado que la naturaleza sistemática de estas operaciones, involucrando múltiples vehículos y actividades ilegales coordinadas durante períodos extendidos, podría resultar en penalidades criminales serias en lugar de simples citaciones de tráfico.
Este escándalo también ha destacado la necesidad de una supervisión regulatoria más fuerte de las organizaciones religiosas en Corea del Sur. La condena previa de Lee Man-hee por malversación y su controvertido trato VIP durante la educación de cumplimiento ordenada por la corte han planteado preguntas sobre si las leyes actuales abordan adecuadamente el potencial de que los líderes religiosos abusen de sus posiciones.
Para los observadores internacionales, este incidente sirve como una historia de precaución sobre el potencial de que las organizaciones religiosas operen fuera de los límites legales normales cuando falta la supervisión adecuada. El hecho de que estas operaciones continuaran durante años sin detección sugiere problemas sistémicos que pueden requerir acción legislativa para abordar efectivamente.
Mientras las investigaciones continúan, la atención pública permanece enfocada en asegurar que todas las partes responsables enfrenten consecuencias apropiadas y que se implementen medidas para prevenir abusos similares en el futuro. El silencio de la organización Shincheonji en respuesta a estas revelaciones solo ha intensificado la crítica pública y los llamados a la responsabilidad.
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